Chicxulub
Es asombroso que hayamos puesto hombres en la luna y enviado aparatos inteligentes a las profundidades del espacio mientras guardamos una ignorancia supina respecto de nuestro propio planeta. Casi con la mano en la cintura se colocó en órbita el telescopio Hubble para fisgonear las galaxias más distantes. Y en la Sierra Negra de Puebla funciona un radiotelescopio capaz de detectar señales de los confines del universo generadas hace miles de millones de años, pero hasta hace unas cuantas décadas los geólogos debatían y se satanizaban entre sí por diferencias sobre la edad de la tierra. Todavía resuenan en el imaginario colectivo aquellas palabras de “un pequeño paso para un hombre, un enorme salto para la humanidad” radiadas desde la superficie de la luna a 390 mil kilómetros -paso que arrancó una sonrisa a Julio Verne en el más allá-, cuando acá abajo seguimos sin tecnología para rescatar los restos de la tripulación de un submarino accidentado en una fosa marina o los de unos mineros...